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lunes, 21 de julio de 2014

Tricantina por Perú IV

El fin de semana ha sido un no parar. Según llegué, Magda me llevó a una sauna, igual para desinfectarme. 😜
 Me costó un montón adaptarme al calor después de tanta frío. Y tenía tantas cosas que contar que el calor lo hacía imposible. La marcha de Ese maravilloso pueblo fue dura, los niños corriendo detrás de la camioneta y dando notas de despedida a los chicos. Las mujeres también fueron bien amables y me pidieron que el año que viene hiciera una excursión de españoles. Así que ya estáis haciendo la maleta todos los que no os importe qué comer ni dónde dormir a cambio de que te den amor incondicional.
Antes de irme, caminando por la calle encontré a una viejita sentada en la puerta de una casa. Me pidió que saltara la verja, bien alta. Fue divertidísimo, las  dos muertas de risa mientras ella me iba dando instrucciones de dónde poner el pie. Decía que yo podía, que era gigantona. Cuando por fin le abrí su propia puerta, me recibió con un saludo y fue imposible irme de su casa sin llevarme tres kilos de patatas ricas. Eso, un queso que compré en la fábrica casera del pueblo y dos kilos de chirimoyas (dicen que son las mejores del mundo) fueron mi forma de regresar a Lima, bueno, al lado.
Allí vive Magda en una preciosa casa y me cedió toda la parte de arriba. Se me saltaron las lágrimas cuando vi la cama, abandonando mi colchón en el suelo de los últimos días.
El día siguiente fue pasear por el mercado, que me encanta.
En muchas cosas, perú es similar a los países del sudeste asiático por los que he viajado, pero evolucionado. Y con mayor sensación de inseguridad que los de aquí no paran de repetirte. Soy cómo una  diana andante. Pero los mercados son maravillosos, con cientos de frutas para mí desconocidas hasta ahora (magda me está haciendo un curso acelerado y probé de todas las que encontramos).
Cuando pasamos por un parque  se bomberos, me puse a mirar por un cristal y una señora tocó el timbre y salió corriendo. Cuando abrieron los bomberos, muy amables durante hora y media nos enseñaron el parque de bomberos. Me tiré por la cucaña, me subí a los coches,...me locpasé genial. Ellos son voluntarios y no cobran, todo desinteresadamente pero con mucho orgullo.
A comer fuimos a un chifa, comida peruana y china riquisima, y ponen tal cantidad que dio para comer dos días y nos imposibilitó movernos el resto de la tarde.  
Y es que tuvimos una buena sobremesa. Ya me advirtió un español que conocí en lima que lo que más se echaba de menos era la tertulia. Y efectivamente. La comida no porque todavía voy de sorpresa en sorpresa. Pero las tertulias sí. Después, horas para planificar mi viaje a Cuzco (aquí todo tiene un protocolo).
El domingo fui al museo antropológico. 
No está mal para hacerte una idea de lo que puedes ver en Perú. Lo mejor, la casa del virrey y sus jardines aunqur, como no, los españoles sales algo perjudicados, esos españoles (yo no me siento identificada, ya con gestionar mis culpas voy servida).
Después, la abuela y la madre de Magda nos habían invitado a tomar cebiche. Son dos señoras elangantísimas y la abuela, todo un personaje. Además de ser guapísima, a sus 93 años me recibió con un cigarro en la mano. Y bromeando aceptaba todo lo que le dieran de mas de 5 grados. Bromea con su pretendiente y que se va a casar, para los nervios de alguna de sus hijas. Y lo ha buscado con ojo porque tiene un hermano para doble boda . Su hermana también estaba en la comida y aceptaba con risas las ideas de su hermana. Sin formación, la señora tenía muchísima formación y daba gusto hablar con ella.
Terminamos el día en la sauna. El único fallo hasta ahora es que no tienen agua caliente, por lo que volvimos a la sauna.
Yo, por mi parte, me he comprado un calentador de agua de 2 litros y ya forma parte de mi equipaje. He comprobado que con eso, e incluso menos, soy capaz de ducharme y lavarme el pelo. Carmen, un nuevo imprescindible en la maleta.
Ahora acabo de llegar al otro pueblo en el que estaré cinco días. Está en la otra montaña, también a 3600 metros pero mucho menos frío(claro, ahora que he venido con abrigo). Es turístico y mucho menos necesitado. Está bien. Un buen exponente de que el Perú tiene unas posibilifades enormes de progreso en cuanto los extranjeros se animen a viajar y descienda el índice de criminalidad y la awnsación de indefensión. Os contaré.
Muchos besos,






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