Y me di cuenta, enseguida, de un vacío
: no tenía mis libros, mi gran soporte.
Me metía intensamente todas las horas en las que no daba los talleres, que podían durar de dos a tres horas. Increíblemente, las ideas me fluían, todo lo que sabía pero creía olvidado salía de forma natural. Me ayudé de distintas páginas web de amigos (gracias Quino y Montaña!!!😘😘), pero sobre todo me sentía fluir. No podia haber elegido mejor forma de pasar el verano que de esta manera. Ya sé por qué se llama cooperación. Por recibes, como mínimo, tanto como das.
No quiero decir con eso que fuera nada fácil: al final de cada taller se me acercaba como mínimo una mujer o niña. Y allí, por primera vez en muchas ocasiones, me contaban sus vidas rasgadas. Es un acto de gran generosidad confiar en alguien ajeno, y quiero responder a ese gesto mejorando mis conocimientos. En ese momento, me contenté con darles mi escucha activa, y tibios consejos. Duro. Al mismo tiempo recibía noticias de España indignada porque para evitar las violaciones proponian llevar silbatos. Si en América les dieran uno a las mujeres desde que nacieran, el clamor sería estridente.
Los fines de semana mi gente de Juliaca me cuidaba. Guiliana me invitaba a su casa o a la Emilce a cenar, y esas conversaciones , de risas entre masas de harina para deliciosos pasteles, son inolvidables. Lástima que mi estómago siguió en todo ese tiempo haciendo de las suyas, y no pude saborear todas las exquisiteces que me ofrecieron.
Otro fin de semana Teo me llevó con su magnífica familia a ver el Templo de la Fertilidad. Cuando vas con dos niños, superar su entusiasmo frente a lo que ven es dificil. Lo mejor, Andrea, con sus preciosos ojos negros sin perderse detalle y valorando cada caricia.
Eli me seguía preparando deliciosos desayunos que aderezábamos con ideas para la vida; Teo me llevaba a comer entre charlas pedagógicas; Jesús me acompañó en cenas en las que durante una semana me contó el inicio de este maravilloso centro. Desde que un grupo de sacerdotes llegó a Juliaca, hasta el ataque de Sendero Luminoso, a laconstrucción gracias a la Cooperación española, hasta los planes innovadores de la fábrica de quinoa.
Muchas, muchas ideas, aprendizajes, sentimientos intensos. Con que ellos recibieran la mitad de lo que yo sentí, ya me daría por agradecida. El último día, con el taller de psicomotricidad, justo ese en el que me sentía mas insegura, la clase funcionó a las mil maravillas. Lo que más me enseñóTeo en ese tiempo fue CÓMO. Tan acostumbrados estamos a la base teórica que me costaba contarles el cómo. Empecé a descubeir las dinámicas de grupo, esas en las que los peruanos se mueven como pez en el agua. Ese taller acabó entre lágrimas, las
Acabé el último día con la sensación de haberlo vivido todo en un segundo y a la vez, que estaba empezando. Di una charla a los jóvenes tras ver una película (increíble, se levantan a las 8 para verlo, después les queda cole y trabajo duro
Con su familia...igual que nuestros jóvenes) y preparé la charla para padres: aparecieron 150!!! Y creo que funcionó de maravilla. Al final, una gran cola para pedir consejos, muchos problemas, muchas ideas....