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Preciosa puesta de sol se ofrece a jóvenes enamorados para darles un empujoncito (Forges)







miércoles, 15 de julio de 2015

Desde el ceibo, tres cuadras al sur y una y media....

Recuerdo la primera vez que oí esa dirección, hace ahora cinco años. Me resultaba Harry Potter. Y sí, para mí resultó un lugar mágico, porque allí comencé a comprender la difícil tarea de llegar a otros de otra manera. Managua está ahora mas tranquila; se percibe menos violencia y algo más de prosperidad. Pero más o menos todos viven con el agua al cuello, a pesar de conformarse con los mínimos más mínimos. Mi llegada fue como siempre, por fortuna.Un abrazo enorme de Indiana, de esos que te cobijan y te dan a entender de que estás en buenas manos. A pesar del cansancio, me siento bien. No puedo decir eso de que estoy fuera de mi franja de seguridad. Solo en terreno que todavía no conozco completamente, pero siento que estoy en un lugar cercano, amigo. Todo el viaje recordé a las que fueron mis compañeras la vez anterior y, aunque prácticamente no las he vuelto a ver, sentí que en cierto modo, seguían acompañándome. Ya de mañana comenzamos con el trajín que acostumbra a llevar Indiana, directas a la oficina, con nueva administrativa, Mónica, una guapa y elegante nica. Los planes, en estos cinco años que han transcurrido desde mi primera visita, han cambiado, aunque el objetivo sigue siendo el mismo: ayudar a los que nacieron en lugares equivocados. La Chureca dejó de existir, y los que allí vivieron, ahora quiere que les digan que son de Guadalupe, su nuevo barrio. No quieren que les nombren el pasado de basura y miseria. Sus vidas ahora tienen una nueva posibilidad que tienen que saber jugar. Algunos tienen preciosas casitas; otras, sin embargo, no han conseguido desprenderse de la Chureca y la llevan al interior de sus casas. Tampoco todos han conseguido adaptarse a las condiciones laborales, todos los días y a las misma horas, y han perdido su trabajo soñado. Algunos se han vuelto locos con lo que les ofrecía la vida y andan con todos los créditos del mundo (en eso, nosotros tampoco andamos tan lejos). La primera visita fue a un barrio que todavía no he conseguido aprender. Se supone que está a las afueras pero realmente parece una continuación de Managua. Eso sí, en pleno campo, magnífico, exuberante. Aparecen algunas zonas con basuras pero controladas. Hoy he visto el camión de la basura pasar. Devuelve, tirados en el suelo, los sacos de lona. Al principppio creí que dejaban basura por el suelo. Después me di cuenta que son los "cubos ecológicos nicas". cada familia salía a recoger su saco de lona. En mi familia también se utilizó ecológicamente unos de esos sacos, para poner los huesos del abuelo Daniel. Cuando alguien de la familia protestó, otro argumentó que era de un fertilizante de alta calidad, y eso siempre da prestigio a los huesos. Allí había dos cooperantes dando una charla de autoestima a las mujeres, que habían hecho unas piñatas preciosas fruto del último taller que han recibido. Las cooperantes me recordaban a mí hace años. No quise interrumpirlas ni que se sintieran observadas para que disfrutaran de ese momento, como yo lo hice en el mío. Me fui con Janet, una monja marchosa, a tratar de conseguir que abrieran una de mis maletas. Les he traido ropa que ya no usaba, pero también medicamentos (que pagó Pilar, la directora de mi colegio), balones de fútbol y cosas para fiesta (por cuenta de Teresa y Marcos), 25 euros dados por Teresa madre, que han sido empleados en comprar cuentas y engarces para el cuello, y todo ello aderezado también por la aportación de Ángel, con la que haremos una comida el sábado, en la que los de los distintos proyectos cuentan sus objetivos y se animan unos a otros. La tarde con Janett fue muy provechosa, las dos montadas en Lupita (llamada así porque lleva a la Virgen de Guadalupe dentro). Ella se dedica a la explotación sexual de las mujeres de Centroamérica, así que tuvimos muchos temas de los que hablar. Ahora la han destinado, para desgracia de estos proyectos de Indiana, a El Salvador, un sitio duro, duro, duro. Los "malos" andan a sus anchas por esas tierras y cometen los crímines más increíbles del mundo con total impunidad. Las niñas desaparecen a cientos y aparecen al otro lado de otras fronteras para dedicarlas a la explotación sexual, sin que al mundo le tiemble el pulso. A pesar de la crudeza del tema, tuvimos un rato buenísimo juntas, volando en brazos de la camioneta Lupita, saltándonos stops y esos cosillas, pero a la vez ideando alguna forma de intervención práctica, sin ambiciones desmesuradas. Debe ser que me estoy haciendo mayor. Ya me conformo con las letras pequeñas de la vida, sin trata de cambiar el mundo.

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