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Preciosa puesta de sol se ofrece a jóvenes enamorados para darles un empujoncito (Forges)







domingo, 17 de agosto de 2014

Tricantina por Perú XII

No todo iba a ser turismo. Es mas, el motivo de este viaje tenía mas que ver con una parte de aporte que de turistear no mas.
Por fin llegué a Juliaca para empezar a trabajar. Teo, el director, me había puesto un par de sesionrs de dos horas al día como media. Y yo, encantada, porque lo que quería es dar de mí en esas facetas que, por no tocar en mi trabajo diario, siento que se están desaprovechando o están minusvaloradas.
Tras toda la noche viajando desde Cusco, y llegar aqui montada en una moto taxi en la que fui perdiendo mi enseres (ahhh, un fular precioso que justo me había comprado la tarde anterior) como Pulgarcito, dejando repartido por todo el trayecto hasta aquí recuerdos míos, me levanté con ganas de empezar en este proyecto. Por la tarde tenía una reunión con las señoras para hablar de autoestima. No es cosa fácil, como ya sabía de Nicaragua. Pero allí contaba con la ayuda de Indiana.
Teo entraba en la oficina en la que estaba preparando la presentación y me decía: Baja, baja. Porque en mi afán de dar, me elevaba y la presentación parecía una tesis. Y luego me decia: y eso, cómo ? Qué actividad? Y yo, paralizada , porque en muchos de esos temas me disparo por las alturas pero me falta precisamente eso, el cómo.
Así que, con paso triunfal, me dirijo a la sala y, cuando abro la puerta y veo a las señoras, me digo: Siiii, Nuria, bajaaa.
Eran como 60 señoras de esas de las que yo me iba parando por la calle a hacerlas fotos, señoras de bombín y manta anudada a la cadera, con dos larguísimas trenzas que indican que son casadas. Llegan, me miran (qué hará esta gringa aquí?) y se cruzan de brazos mientras mascan su coca. Ojos negros penetrantes. Y yo, tratando de lanzar mis ideas de autoestima, traídas directamente de mi país tan cómodo. Y ellas, sin moverse ni inmutarse, algunas con el bebé en la espalda, algunas sin enterarse de nada (solo hablan quechua) como estatuas. Ese día me vino de maravilla la presencia de Giuliana, una guapa, elegante e inteligente peruana que es parte del equipo de trabajo de aquí. Asentía con la cabeza y yo, reforzada,sin parar. Creí que no había ido mal, cuando a la salida Teo me dijo: cada día, ira mejor.
Hubo un momento en que se levantó una y me preguntó cómo era la vida de las mujeres españolas. Y cómo le digo a esa mujer que se levanta a las 4 de la mañana, que no para en todo el día, que teje, hace artesanía, que lleva fardos imposibles a la espalda, que yo me levanto agotada a las siete y media, que me tomo algún que otro cafecito con las amigas, que voy al gimnasio...? Y ella, insiste: Compañera(así es como se dirigen unas a otras) y a usted le gusta cómo somos nosotros? Con nuestras manta, las mediad de lana? Ahí sí que me salió del alma. Me encantan.
Pero no fue mejor la segunda sesión. Otras 60 mujeres que a mí me parecían las mismas, solo que igual se habíancambiado  alguna falda. Esas faldas elásticas que van abarcando cuantos kilos de mas quieran entrar y que me parecen que esconden en muchas ocasiones mujeres tratando de hacerse  invisibles mas allá de su hogar, porque en muchas ocasiones ya han perdido las ilusiones. 
Esta vez reconduzco el tema a problemas habituales del hogar. A través de mi viaje por Perú y muchas charlas, he visto unas características pararecidas: jóvenes que se emborrachan (pero micho), niñas de 12 con enamorados y alto riesgo de embarazo muy precoz, abuso de celular o internet, y malos tratos en el hogar. Esos son los temas a los que reconduje  mi charla. Sé  que muchos de ellos son casi universales, pero en zonas como estas, sobre todo cuando  se dan todos a la vez en familias altamente disfuncionales, traen consecuencias dramáticas.
A pesar de ser un tema más acorde y mas ajustado, la segunda charla fue peor. No conseguía conectar con ellas y sus miradas eran pétreas. Tenía que buscar nuevas estrategias.

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